“Me duele que alguien tome un libro y no lo entienda”
Con siete libros en su haber –y 350 mil volúmenes vendidos–, David Fischman se ha convertido en uno de nuestros mayores expertos en temas de liderazgo. Mañana, a las 7:30 p.m., en la Torre Interbank, presenta La alta rentabilidad de la felicidad (UPC), su última y feliz entrega editorial.
Autor: Gonzalo Pajares C.
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"De pequeño vivía en Marte. Bajaba a la Tierra de vez en cuando, pero estaba en Marte. Y, claro, quien está en Marte no tiene buenas notas, no por mal alumno, ni por flojo, ni por malos hábitos, sino por distraído. Yo necesitaba más cariño de mis padres; por eso tendía a volar para compensar la realidad, que era muy dolorosa. En el colegio fui bastante distraído. En la universidad ya aterricé y estudié; me la tomé muy en serio”. David Fischman, especialista en temas de liderazgo, nos habla de su 'marciana’ niñez.
¿Lo llevaron al psicólogo?
En esa época, ir al psicólogo no era usual. Pero mi madre, antes de morir, me confesó: “Yo pensaba que eras brutito, hijito” (risas). Mis padres creían que yo no era muy inteligente.
Las personas insatisfechas con la realidad tienden hacia el arte...
Yo no. Soy una persona hipersensible y pude haberme ido hacia las artes, pero, para protegerme, puse una especie de coraza a mi hipersensibilidad y, por ende, fui hacia la Ingeniería y el mundo empresarial. Sin embargo, creo que esas 'voladas’ me han permitido escribir pues amplié mi imaginación.
¿Qué horizontes amplió afuera?
En América Latina, en todos los estratos sociales, los padres son sobreprotectores. En EE.UU. aprendí a ser independiente. Me costó pero, después de que me adapté, la pasé muy bien.
Luego fue hacia las empresas...
Hice mi posgrado, regresé al Perú y me empleé un par de años. Pero soy un emprendedor, no estaba hecho para trabajar en una empresa. Entonces, creamos Cybertec. Nos fue muy bien porque fuimos los primeros (risas).
¿Por qué tiene la vocación de transmitirle sus experiencias a la gente?
Después de terminar mi maestría, pasé por una crisis emocional, de pareja. Me di cuenta de que tenía un problema. Entonces, me metí a un proceso profundo –ya van 14 años– de psicoanálisis para quitarme todos los traumas inconscientes de mi niñez. Una vez que pasé del infierno a la tranquilidad, me dio ganas de compartir lo aprendido. Yo puedo ayudar a las personas a solucionar sus problemas, me nace hacer mejores seres humanos. Simultáneamente, empecé a meditar. Y, finalmente, como siempre fui un mal alumno en el colegio, me dije: “Si voy a escribir, tiene que ser fácil y simple para la gente”. Los premios literarios no me interesan. Me interesa que la gente se divierta aprendiendo lo que yo pueda enseñarle.
¿Por qué es un hombre práctico?
Porque sufrí demasiado aprendiendo. En el colegio me dijeron: “Bruto de porquería, incapaz”. Yo quiero evitar que las personas pasen por esto. Me duele que alguien tome un libro y no lo entienda. Hay personas que no leen y han cogido mi libro y me han dicho que les encantó. Quiero ser un autor para ellos.
Su objetivo no es solo que lean el libro sino motivarlos a hacer algo, ¿no?
Así es. En La alta rentabilidad de la felicidad pongo un cuaderno donde uno debe desarrollar –durante ocho semanas– una serie de ejercicios que aumentan, probadamente, la felicidad.
¿Por qué hay que ser feliz?
A nivel personal: si eres más feliz, eres más longevo; la gente más feliz vive, en promedio, diez años más. Segundo, se es más saludable. La gente más feliz se enferma menos. Tercero, la gente más feliz tiene mejor desempeño laboral. Además, ser más feliz es un excelente 'imán’ para el dinero: a más felicidad, más dinero. A nivel empresarial: las empresas deben invertir en la felicidad de su gente porque, a mejor clima laboral, mejor productividad. Los más felices evalúan mejor el clima laboral, lo cual tiene lógica: quien es más feliz no les da tanta importancia a las cosas negativas. La persona más feliz es más agradecida, más servicial, tiene más sentido del humor y es más creativa. Por todo esto, la felicidad es tremendamente rentable.
Usted me habla de personas que ya son felices. ¿Cómo llegar a ser feliz?
Uno es más feliz teniendo pensamientos positivos, siendo más optimista. Uno no debe dejarse llevarse por el sesgo humano de la 'negatividad’. Hay que ser agradecido. Hay que ayudar y servir, hacer algo por el otro de forma desinteresada. También ayuda reírse más, cultivar relaciones familiares y sociales, donde uno puede amar y ser amado. La gente que uno quiere está afuera, porque nadie puede ser feliz solo. La felicidad está en tener claro nuestro propósito en la vida.
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