Propuestas, promesas, sueños. Salvación, redención, nirvana. Libertad, resurrección, samadhi. No hay nada que no se haya dicho, nada que no se haya escrito. Todas las religiones en su centro enseñan las mismas verdades universales: amor, compasión, ser uno con el universo. El Corán, La Biblia, El Bhagavad Gita, Los Grandes Sutras Budistas, todos tienen el mismo núcleo y provienen de la misma naturaleza.
Ser uno con el universo significa alcanzar el estado de plena sabiduría. Donde todo se sabe y se conoce, nada se ignora. Ser uno con el universo es alcanzar la perfección en vida, es alcanzar el estado supremo de libertad donde nada te ata ni se adueña de vos. Es ese el momento que llamamos La Iluminación, donde se deja de buscar el sentido de las cosas y se empieza a hacer sin hacer, a pensar sin pensar, a actuar sin actuar.
La búsqueda por lo espiritual predata a la historia misma del ser humano. Somos seres duales con un yo externo y un yo interno, y esa dualidad nos ha llevado a cuestionamientos trascendentales que no han perdonado a nadie, desde San Agustín hasta Stephen Hawking. Practicar una vida de verdad y sabiduría no es difícil y más bien resulta satisfactorio con uno mismo; sin embargo, esto dista mucho de ser suficiente para ser uno con el universo.
La búsqueda por lo espiritual está tan viva como yo que escribo esto o vos que lo leés. El raciocinio y la emoción no siempre bastan para explicar lo que ocurre, tanto fuera como dentro de nosotros mismos, y tendemos a buscar ese elemento mágico e infinito que completa nuestra metafísica. Buscar la verdad en la religión nos lleva al conocimiento de las verdades predicadas por los grandes maestros; sin embargo, esto dista mucho de ser suficiente para ser uno con el universo.
La búsqueda de lo espiritual termina por conocerse a sí mismo, y darse cuenta que todo el tiempo fuimos uno con Dios y uno con el universo. Se llega al final después de recorrer bastos mundos: de lo abstracto a lo concreto, de los cielos a los infiernos, de la separación a la unión. Tal conclusión de una búsqueda tan grande solo puede tener un punto de partida: uno mismo. Solamente viendo las verdades universales desde nuestro interior llegaremos a conocerlas en nuestro exterior, solamente así se puede ser uno con el universo.
La formación interna es primero que cualquier cuestionamiento o cualquier religión, y eventualmente cuando meditamos somos capaces de entenderlo todo, porque todo el conocimiento del universo cabe en un solo átomo. Solamente hay que buscarlo. La liberación se encuentra renunciando a lo que nos ata, sin dejar de vivir aquí. Todo tiene un propósito. Todo cambia. Todo existe. Todos somos todo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario