La homoiosis theo según Platón
No es difícil comprobar que los diálogos de Platón están llenos de dioses. Sin embargo, el problema es saber de qué dios o dioses se habla en cada caso. Platón consistentemente evoca el ámbito de la divinidad al usar el vocabulario religioso de su tiempo[1]. Típico es que sus personajes hablen de la divinidad de una manera indudablemente seria y positiva, refiriéndose a los rasgos de la religión oficial y de los cultos esotéricos para tratar temas que son simultáneamente de índole filosófica y religiosa. En consecuencia, no debe sorprender que el vocabulario religioso -la mención de dioses, festivales, ritos y creencias- anime los diálogos platónicos. La religión como rito, motivo y vocabulario es, pues, parte integral del pensar de Platón, lo que no debe llevarnos a pensar que el contenido del vocabulario es el mismo[2]. Tan importante es esta dimensión religiosa de la obra de Platón que la Antigüedad dio por sentado que el objetivo principal de aquellos que se reclamaban seguidores de Platón fue “asemejarse a dios como sea posible”[3]. Sin embargo, los estudiosos modernos han minimizado este aspecto del pensamiento de Platón[4].
La religión impregnó la vida en Atenas y en toda Grecia. En la Grecia clásica todo –política, ética, ciencia, danza, drama, pintura, agricultura- tenía carácter religioso. En la época de Platón[5], la vida religiosa acusa la presencia de nuevos cultos y una teología común que subyace a la plural religión tradicional. A fines del siglo V a.C., durante y después de la Guerra del Peloponeso, florecieron en Atenas muchos nuevos cultos, ritos y prácticas religiosas. La religión griega fue siempre cambiante y especialmente en Atenas. A lo largo del siglo V, Atenas fue la mayor exportadora e importadora de formas de religiosidad. Hay también evidencia del interés acrecentado por varias formas de rituales extáticos y ritos de salvación, cuya
No es difícil comprobar que los diálogos de Platón están llenos de dioses. Sin embargo, el problema es saber de qué dios o dioses se habla en cada caso. Platón consistentemente evoca el ámbito de la divinidad al usar el vocabulario religioso de su tiempo[1]. Típico es que sus personajes hablen de la divinidad de una manera indudablemente seria y positiva, refiriéndose a los rasgos de la religión oficial y de los cultos esotéricos para tratar temas que son simultáneamente de índole filosófica y religiosa. En consecuencia, no debe sorprender que el vocabulario religioso -la mención de dioses, festivales, ritos y creencias- anime los diálogos platónicos. La religión como rito, motivo y vocabulario es, pues, parte integral del pensar de Platón, lo que no debe llevarnos a pensar que el contenido del vocabulario es el mismo[2]. Tan importante es esta dimensión religiosa de la obra de Platón que la Antigüedad dio por sentado que el objetivo principal de aquellos que se reclamaban seguidores de Platón fue “asemejarse a dios como sea posible”[3]. Sin embargo, los estudiosos modernos han minimizado este aspecto del pensamiento de Platón[4].
La religión impregnó la vida en Atenas y en toda Grecia. En la Grecia clásica todo –política, ética, ciencia, danza, drama, pintura, agricultura- tenía carácter religioso. En la época de Platón[5], la vida religiosa acusa la presencia de nuevos cultos y una teología común que subyace a la plural religión tradicional. A fines del siglo V a.C., durante y después de la Guerra del Peloponeso, florecieron en Atenas muchos nuevos cultos, ritos y prácticas religiosas. La religión griega fue siempre cambiante y especialmente en Atenas. A lo largo del siglo V, Atenas fue la mayor exportadora e importadora de formas de religiosidad. Hay también evidencia del interés acrecentado por varias formas de rituales extáticos y ritos de salvación, cuya
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