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domingo, 2 de mayo de 2010

Buda El Despierto y El Entusiasta

Buda no es un nombre, sino un título que significa “el que está despierto”; es decir, despierto a la realidad superior, a las cosas tal y como son. Una persona se convierte en Buda cuando alcanza la iluminación, un estado en que se puede percibir la verdadera naturaleza del mundo. A lo largo de la historia budista han habido muchos iluminados, pero el término “Buda” se usa especialmenta para recordar al fundador de la religión budista y el primer iluminado, es decir, Siddharta Gautama.


Siddharta vivió en el siglo VI a. de N. E., en el mismo tiempo que otros sabios del mundo antigüo, como Confucio, Lao Tse, Heráclito y Pitágoras. Se cree que nació alrededor del año 563 a. de N.E., cerca de la ciudad de Kapilavatsu, al pie de los Himalayas, donde actualmente se encuentra la frontera entre Nepal y la India. El nacimiento del Buda se ha narrado de forma milagrosa. Cuenta la leyenda que fue concebido cuando su madre recibió en sueños la visita de un elefante blanco, sagrado, el cual le tocó el costado izquierdo con un loto blanco que llevaba en la trompa. Poco después, Siddharta nació del costado derecho de su madre cuando ésta se encontraba en el jardín. El niño dio siete pasos en cada una de las cuatro direcciones y después anunció: “Éste es mi último nacimiento; en lo futuro, no habrá más nacimientos para mí”. Y en las diminutas huellas de sus pies brotaron flores de loto.

La familia de Siddharta era rica y poderosa, y su infancia transcurrió en medio de toda clase de lujos y riquezas. Se dice que fue apuesto, buen estudiante y un gran atleta. A los 16 años se casó con una noble y entre los 20 y 30 años se sintió movido por una especie de descontento. Un día, durante un paseo, Gautama se topó con un anciano decrépito y entonces se dio cuenta que todos los hombres envejecen. Otra vez, vio a un hombre desfigurado por las llagas y temblando de calentura, de este encuentro aprendió que el ser humano padece enfermedades. Después vio un hombre muerto que le enseñó la realidad de la muerte. Su cuarto encuentro fue un mendigo que era feliz a pesar de no ir vestido más que con un simple ropaje amarillo y de llevar un cazo donde mendigaba su alimento. Al ver esto, Gautama se dio cuenta de que el hombre puede hallar la paz retirándose del mundo y comprendió que se debía ser su destino.

Poco después, escapó de su casa, despidiéndose en silencio de su familia que dormía. En el bosque se despojó de sus ropas lujosas y se puso unos harapos de mendigo. Entonces, se inició en la vida ascética. Se dedicó a la meditación solitaria y, después de vencer miedos y tentaciones, alcanzó la iluminación divina. Su primer sermón lo dio a las afueras de la ciudad de Benares, en la India, y a partir de ahí lo siguieron varios discípulos que se entregaron a difundir las enseñanzas de Buda. Algunos de los seguidores de Buda quisieron deificarlo en vida pero él se opuso; sin embargo, después de su muerte comenzó su adoración.

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