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martes, 11 de mayo de 2010

Jorge Bucay, “El camino de la espiritualidad”. TIPOS DE GRATITUD

Jorge Bucay, “El camino de la espiritualidad”. (fragmento)
Abril 10, 2010 in Filosofía
TIPOS DE GRATITUD

Seguramente cualquier tipo de actitud agradecida es mejor que la ingratitud, y sin embargo hay algunos agradecimientos más positivos y saludables que otros.
podríamos decir que hay por lo menos tres tipos de conductas agradecidas: la gratitud infantil o culposa, la gratitud inmadura o especulativa, y la gratitud adulta o genuina.

Gratitud culposa

Como he repetido tantas veces en esos años de profesión y docencia, una de las características de los seres humanos es la de nacer totalmente desvalidos. Casi todos los que estudiamos la conducta coincidimos hoy en que existe una especie de percepción y memoria “celular” con la que el cuerpo registra y recuerda algunas temprana experiencias que, si bien no pueden comprenderse intelectualmente, dejan su impronta en la vida adulta. No tengo duda de que por ese medio nuestro cuerpo percibe que en sus primeras horas depende del cuidado de otros para poder sobrevivir.
Esa vulnerabilidad, sumada a la conciencia de lo que otros efectivamente hicieron para ayudarnos a vivir, será el motor de nuestra primera y subconsciente vivencia culpable y la razón de que yo pretenda devolver esos cuidados – prescindiendo de si fueron muchos o pocos, buenos o malos, amorosos o tóxicos- con mi gratitud.
No hace falta decir que este tipo de gratitud está muy bien visto y hasta publicitado en algunas sociedades y entornos (sobre todo familiares) más culpógenos que nutritivos, que manipulan a los niños y no tan niños con mandatos condicionantes de una supuesta gratitud que debería ser eterna, porque “Nada de lo que hagas puede compensar lo que nosotros hicimos por ti”.

Gratitud especulativa (cadena de favores)

En este caso la gratitud forma parte de un esquema de conveniencia personal que se basa en el concepto de quedar con saldo acreedor frente a los demás. La mayoría de las veces se justifica bajo la pantalla del “Hoy por ti, mañana por mi”, con el que tanto me enojo.
Aquí no vale la premisa de que invito a Pepito porque Pepito me ha invitado a mí. No se trata de devolver una invitación en agradecimiento, sino hacerlo para condicionar una invitación futura.
Si nos fijamos en la mayoría de los que defienden esta postura jactándose de ser agradecidos, veremos que mantienen con el mundo una relacion utilista y un tanto mezquina. Viven quejándose de lo desagradecidos que son todos, de que nadie hace nada por nadie y de que casi todo el mundo hace mucho por sí mismo y nada por los demás. No hay una verdadera gratitud, sino más bien una especulación casi comercial, una inversión que espero cobrar con intereses cuando llegue el momento. Sus presas favoritas son, claro, los agradecidos del grupo anterior, a los que siempre pretenden favorecer para poder contar con su gratitud cuando la necesiten.
El mero formalismo de agradecer, cuando no es congruente, puede quedarse limitado a una decisión estratégica: la de “devolver algo” para saldar la deuda.
Cada uno de estos personajes lleva consigo una agenda (!a veces literalmente la lleva¡) en la que están registrados todos aquellos que les deben algo y el área en la cual serían capaces de devolver el favor. una especia de Libro de Contabilidad, con salidas y entradas, manejadas con la “habilidad” suficiente para que los clientes nunca terminen de saldar sus cuentas.

La gratitud genuina

Es, por supuesto, la que venimos diciendo que se puede descubrir en este plano. Una gratitud congruente con la certeza de que no sólo no se genera ninguna deuda, pues se da por propio deseo y sentimiento, sino que el recibir algo no nos concede ningún derecho a exigirle al otro que continúe dándonos. Estar agradecidos hoy por lo que la vida nos da y mañana, cuando deja de darnos, estar agradecidos por todo lo que nos ha dado.
Y de la misma manera que le movimiento se demuestra andando y el amor, queriendo, el agradecimiento se demuestra siendo agradecido, correspondiendo al universo (y a los demás, claro) por lo que en nuestras vidas recibimos todos.
La gratitud genuina también puede ser expresada en la decisión de dar algo de lo que tengo al que hoy lo necesita, como yo mismo lo recibí alguna vez (quien no reconoce que lo que tiene lo ha recibido de otros, no se conoce a sí mismo).
No se trata aquí de devolver lo recibido ni de conseguir que alguien me lo devuelva después, sino de sincronizar con mi naturaleza de amor, solidaridad y servicio.
La sociedad actual no tiene, a mi entender, una pauta educativa que valore en su justa medida la importancia y la necesidad de ser agradecidos. Al contrario, parecería que todo esto de la gratitud es una tontería de débiles y pusilánimes. Estoy convencido de que deberíamos dedicar más atención a promover y enseñar la gratitud como norma.

Dicen que de todos los sentimientos humanos la gratitud es el más efímero. Y no deja de haber algo de cierto en ello, pero hay afortunadamente una gratitud, la mejor, que nace de la alegría de haber vivido lo que vivimos, sentido lo que sentimos, y disfrutados lo que disfrutamos.

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