Sentarse con Jorge Bucay en una céntrica terraza, a dos días de Sant Jordi, es hacerlo con alguien que transmite un aura que parece poseer desde antes de haber escrito El camino de la espiritualidad (Grijalbo/La Magrana). Vive en Nerja (Málaga).
¿En qué lugar especial del planeta nació este nuevo camino literario?
Todo empezó en México en una montaña con un templo en la cima que para mucha gente es mágica. La verdad es que fue una experiencia muy movilizadora.
¿Qué búsqueda plantea en sus páginas?
La de un mundo más allá de lo material, de la gloria, de la fama, del aplauso.
Un planeta opuesto al actual.
A mí no me parece que esté mal que el mundo te brinde confort y bienestar. La llave no está en renunciar a esto, sino en no hacer de ello una necesidad. Disfrutarlo cuando está y también disfrutar cuando no está.
¿Pero cómo en un contexto tan capitalista?
Como el mundo funciona gracias a los mandatos de Don Dinero, él quiere vender. Y para ello te hace creer que necesitas lo que en realidad no necesitas. Y trans forma al gran perfil de nuestra sociedad, la clase media, en gente insatisfecha. Una clase que vive por encima de sus necesidades verdaderas pero por debajo de sus deseos.
Apunta que una forma de luchar contra esta insatisfacción es recuperar el placer de ser consciente de nuestro despertar diario.
El de cada mañana y el de cada día o cada encuentro. Son las únicas claves que yo puedo decir a quien quiera recorrer este camino.
Usted se declara agnóstico.
Bueno ¡qué sé yo! Ahora ya no estoy tan seguro. Te diría hoy que creo que hay algo más allá de esto. Lo podemos llamar como queramos. Pero sí creo en una fuerza superior que acompaña y guía, en el sentido de modelo.
Su hijo, que es médico psiquiatra, ha escrito el prólogo de este libro.
Yo lloro cada vez que lo leo, así que fíjate.
¿Llevan la psicología a casa?
Yo en mi casa no soy psiquiatra ni nunca lo fui. Soy padre, esposo, vecino e hijo de mis padres. Ni analizo ni interpreto las decisiones que toman mis hijos.
¿Qué hay de verdad en que se estudia psicología para entenderse a uno mismo más que a los demás?
Pues yo fui una sutil combinación de eso. Los médicos son bastante hipocondriacos. Los psiquiatras tienen mucho miedo a la locura y los periodistas son gente con grandes problemas de comunicación. Para que lo sepas. Con estas profesiones la gente sublima estas cosas y transforma esas debilidades en fortalezas. Y eso es maravilloso.
¿Cuándo descubrió que le encantaba contar fábulas?
Mis cuatro abuelos son árabes y judíos. Y contaban cuentos sufíes y del Talmud todo el tiempo. He nacido entre cuentos y nunca pensé que esto se adueñaría de mi manera de ser terapeuta.
¿Con qué se queda de la celebración de Sant Jordi?
La adoro. Me gusta ver los ojos de quien me lee.
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