Pregunta de examen: ¿cuál de los cuatro oradores de la fotografía no contagia entusiasmo ni demuestra pasión por su charla?
A pesar de ignorar por completo el contenido de las cuatro charlas, podemos repetir el experimento que Malcolm Gladwell glosa en su libro “Blink” basándonos exclusivamente en el lenguaje corporal transmitido por una serie de fotografías. Observándolas, sabremos decidir sin atisbo de duda a cuál de las cuatro presentaciones no asistiríamos. Y a juzgar por las reseñas de los que sí asistieron, no nos habríamos equivocado.
Si el tema de tu presentación no te apasiona, bájate del estrado
Los oradores más cautivadores en negocios, ciencia e ingeniería son aquellos que aman su tema y lo conocen a fondo. Si tú no estás interesado en el tema de tu presentación ni te entusiasmas con él, ¿cómo esperas que se interese la audiencia? Si no sientes ninguna emoción por aquello que estás contando, por el producto que estás lanzando o por la investigación que estás viviendo, será difícil que contagies algo más que desidia a tu audiencia.
Un orador puede mostrar un sincero entusiasmo por el tema de muchas maneras:
* Un tono de voz sincero y natural, que demuestra conocimiento y entrega al tema.
* Un contacto visual sostenido, una de las claves de la conexión con la audiencia.
* Gestos y movimiento relajados y naturales. Superados los primeros momentos de nerviosismo, cuando uno está a gusto hablando de su tema se relaja y adquiere confianza en sí mismo.
* Unos materiales de presentación cuidadosamente preparados que demuestran amor por la materia tratada.
El entusiasmo no mejora el contenido, pero es contagioso
A menudo se escucha la excusa de que cierto tema es poco atractivo para justificar el hecho de que una presentación sea aburrida. Sin embargo, debe recordarse que no existen a priori temas aburridos, sino sólo presentadores aburridos. Hasta el tema más interesante del mundo puede ser transformado por un mal orador en una presentación insoportablemente aburrida y carente de interés. Sí que es cierto que algunos temas requieren un mayor esfuerzo de preparación para poder presentarlos de una manera entretenida que enganche y cautive a la audiencia. Necesitarás buscar aperturas para empezar con fuerza la presentación, introducir vídeos, fotos, demos u otros elementos que rompan con el flujo normal de la presentación, historias, anécdotas personales, etc. Requiere esfuerzo, sí, pero puedes lograrlo.
Sin entusiasmo, jamás conectarás con la audiencia
Recomiendo encarecidamente ver esta fantástica charla de Benjamin Zander, autor del libro “The art of possibility”, cuya lectura recomiendo igualmente. En el vídeo debemos fijarnos no sólo en el ponente, sino también en los rostros de la audiencia. Veremos caras sonrientes, arreboladas por la simpatía y la emoción. Están literalmente colgados de las palabras del ponente. ¿Alguien dudaría de que Ben Zander siente pasión por la música? ¡Y cómo la contagia!
Siempre que presentes, piensa en lo siguiente: si al terminar mi charla le preguntaran al público si el ponente sentía pasión por su tema, ¿qué responderían?
No sólo comunicas con tus palabras, comunicas con todo tu ser. Si no amas tu trabajo y te ves obligado a realizar repetidamente presentaciones sobre el mismo, tus charlas resultarán frías, artificiales y aburridas. Tal vez haya llegado el momento de replantearte si algo falla en tu vida.
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